lunes, 4 de febrero de 2008

Literatura y Libertad

“(…) es la creación misma la que le exige al autor su propia existencia, negándole toda sensación real de voluntad libre.”

Cualquiera que se siente a pensar sobre la libertad y la literatura caerá, tarde o temprano, en lo paradójico – o más bien trágico – que resulta. Se podría suponer que el escritor en general es un ser sin ataduras, que si no se desenvuelve libre en la realidad, faltando al significado más típico que se le atribuye al tan abusado termino, sí lo hará en su mente, volando a tan logrados parajes imaginarios – tan irreales que resulten inefables – como se lo permita su soñadora naturaleza. Sin embargo, y es aquí donde el problema se vuelve paradójico y trágico, todo aquel que haya llevado sus mundos – sacándolos de su inefabilidad – al papel se dará cuenta, si es que no lo ha vivido ya, que no es el escritor en su libertad típica el que lleva a cabo la materialización de su creación, sino que es la creación misma la que le exige al autor su propia existencia, negándole toda sensación real de voluntad libre. Las palabras se sentirán correctas no a gusto del escritor sino que a gusto de la historia misma, de los personajes y los ambientes. A fin de cuentas, la “libertad” en la literatura es un fenómeno efímero, que termina a la vez que terminamos la creación, para dar paso a la dictadura de la obra que nos demandará, sin cansancio, que la llevemos a cabo de la forma más idónea posible.

Francisco Ovando

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